Si recordáis el primer capítulo, esta serie se publica como un acercamiento a las razones por las que la pandemia de COVID-19 están afectando de manera tan grave incluso a regiones de bajísima densidad de población.
En el segundo capítulo expliqué cómo una ciudad que carecía de todo llegó a convertirse en capital de España. Esta decisión de Felipe II impuso al conjunto del Estado una serie de características, que nos ha traído hasta hoy.
De algunas consecuencias de tal idiosincrasia, que la llevan a ser una metrópolis extractiva e impositiva, y pese a ello enormemente dependiente, quiero hablar hoy.
…Y Madrid, esa ciudad que no tenía nada, creció, y creció, … Y a medida que crecía en población, como no podía ser de otra forma cuando la producción propia es mínima, crecieron sus necesidades de importación, que se transformaron en demandas porque para eso era, y es, la capital del Reino, hasta conformar una megalópolis puramente extractiva.
No es de extrañar, por tanto, esa estructura tan española que recuerda a la organización de un estado colonial, con la Metrópolis en su centro, y las colonias periféricas aportando aquello que la metrópolis reclama para su subsistencia como tal.

Razón suficiente para que, cuando llega el ferrocarril como gran innovación del siglo XIX, se construya siguiendo un esquema radial que enlaza Madrid con los centros industriales y mineros, dejando amplias zonas invertebradas.

Como se puede observar en el mapa superior, el esquema de ferrocarriles – con la excepción del enlace entre las zonas industrial-mineras de Asturias y Cataluña – enlaza minas e industrias con el gran centro financiero de Madrid. Las excepciones levantinas lo son en función del comercio por el Mar Mediterráneo, que todavía era básico a mediados del siglo XIX, y las cantábricas por la necesidad de cercanía en la financiación de la industria pesada. Un diseño que ha sido complementado, pero no corregido de manera substancial.

Pero eso era fácilmente esperable. Al fin y al cabo, la Revolución Industrial, como proceso innovador, surgió de una corte de comerciantes y emprendedores, como era Londres. Exactamente lo opuesto a la corte española, en la que proliferaban las gentes cuya riqueza nace del patrimonio, necesariamente conservadores y contrarios a cualquier innovación que pudiese desplazar el poder hacia estamentos burgueses. Esa transformación que había causado revoluciones en Europa, sustituyendo el viejo régimen de terratenientes y rentistas por intelectuales, comerciantes e industriales.
Estas consideraciones son fundamentales para comprender por qué España es hoy como es, pero este tema, con ser básico para entender nuestro país, no es el objetivo de estudio. Vayamos con algunas consecuencias derivadas de este modelo de Estado que explican por qué Madrid está concentrando casi la mitad de las muertes por el virus SARS-COV2, y es fuente de contagio para el resto.
En lo que respecta a la recepción de la pandemia, se explica fácilmente por ser la capital destino forzoso de la mayoría de viajes por motivos comerciales a y del extranjero. Tanto por la existencia del aeropuerto internacional de referencia de Barajas, que acapara más de la mitad del tráfico aéreo de mercancías y casi una cuarta parte del de pasajeros, como por la acumulación de centros administrativos y financieros. Es decir, que si una pandemia se inicia en algún lugar de Asia, África, América,… y ha de llegar a España, probablemente entrará por Madrid, como antaño hubiese entrado por Andalucía cuando la principal vía de comunicación era naval.
Y viceversa, una vez se produce la expansión rápida de la enfermedad en la ciudad, cada viaje de los ciudadanos madrileños es un vector de contagio para el resto, que disemina el virus por su camino. Si miramos los mapas de impacto de la epidemia en España, es posible trazar líneas que se superponen a las vías de comunicación. Por poner un ejemplo, eso explica por qué las ciudades más afectadas de Castilla-la Mancha están en la vía hacia la costa andaluza (Toledo y Ciudad Real) o levantina (Albacete), mientras que Cuenca mantiene un perfil bajo, y Talavera y Guadalajara sufren menos de lo que la cercanía a Madrid haría suponer a priori.

Obviamente, este efecto no es causado tan solo por los desplazamientos de ocio de la ciudadanía de Madrid, que también. Hasta donde he podido comprobar, hay otras tres grandes fuentes de flujos de personas:
- Puesto que Madrid no produce la mayoría de lo que consume, entre otras cosas porque sería imposible, obliga forzosamente a desplazamientos de mercancías desde todos los puntos hacia el centro. Sin ir más lejos, solo Mercamadrid recibe cada año más de tres millones de toneladas de productos.

- Solo entre Madrid y la Comunidad Castellano-manchega se desplazan más de 200.000 personas por motivos laborales. Más de las que acudieron a la manifestación feminista del 8 de mayo, por ejemplo. El balance global entre la Comunidad de Madrid y el resto de autonomías es de medio millón de contratos que requieren viajar a Madrid, y doscientos cincuenta mil de salida.

- Aunque con una frecuencia inferior de movimientos, a lo anterior hay que sumar el gran número de estudiantes que se matriculan en las universidades madrileñas debido a la centralización de algunas áreas del conocimiento.
En resumen, que la existencia de la capital de España en una estructura que recuerda a las metrópoli coloniales, ha llevado a un desorbitado desplazamiento de personas, y que ese flujo se realiza de forma predominantemente radial. De modo que no solo los movimientos necesarios pasan por Madrid, sino que en demasiados casos son tránsitos ineficientes forzados por el intenso nivel de centralización.
Bien, ya tenemos una megaurbe que, por su mera existencia, configura un determinado modelo de sociedad, y necesariamente se va a convertir en un foco de expansión para cualquier epidemia que nos venga de fuera de nuestro entorno geográfico.
Lo que todavía nos falta por averiguar es por qué Madrid se ha convertido en ese caldo de cultivo ideal para el virus, que está llevando a tan alto nivel de sufrimiento a sus habitantes. Ese será el tema del próximo capítulo.